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CASA DEL CONVALECIENTE / ORIGEN: En el año 1981, ayudaba en la Escuela de Cristo al padre Franciscano Gaspar Noguera, dando refacción a los niños de escasos recursos que pasaban de las escuelas camino a sus aldeas. Ahí conocí a Fray Guillermo Bonilla OFM, quien era encargado del Seminario Menor.
En una ocasión me preguntó si estaba dispuesta en trabajar con él pues tenía en mente abrir una casa para convalecientes, pues Sor Julia Contreras que trabajaba en el Hospital Nacional, estaba preocupada por los enfermos de lejos que salían y necesitaban tratamiento o seguimiento para convalecer.
De ahí surgió la idea. Sin pensarlo le dije a Fray Guillermo, muy entusiasmada: sí.
Empezamos a buscar una casa pequeña y encontramos una la 6a. calle Poniente que era propiedad del señor Guillermo Rosales, al saber para que serviría la casa nos la dio por Q150.00 mensuales.
Fray Guillermo tenía un grupo de jóvenes colaboradores llamado “Grupo Tenerife”. Ellos limpiaron la casita y fueron muy dinámicos ayudando a llevar los muebles que nos iban donando y las mamás de estos jóvenes colaboraban con la limpieza y comida.
Se anunciaba en las misas, y personas de gran corazón nos ofrecían muebles, trastos y ropa, la cual íbamos a recoger en mi pickup con la ayuda de los jóvenes. Entre las primeras personas que colaboraron esta la señora Natalia Cuevas y la señorita Lidia Rosales; también fue de mucha ayuda la enfermera Patricia Solís.
Yo llegaba todas las mañanas para ir a traer pacientes y ver qué hacía falta. Los domingos íbamos a los municipios a la misa de 6:00 a.m. a pedir ofrenda, la que nos servía para pagar la renta. Los lunes íbamos con Fray Guillermo y los jóvenes a pedir verduras y frutas a la señoras del mercado.
La Casa del Convaleciente se inauguró oficialmente en junio de 1981. Estuvieron presentes Monseñor Próspero Penados del Barrio, Monseñor Julio Bethancourt (Obispo de Huehuetenango) y otras personalidades de la iglesia.
La primera Junta Directiva estaba formada por:
Conforme pasaban los días, la casita ya no era suficiente y nos trasladamos a la casa de la señora Conchita Castellanos enfrente de la iglesia de San Francisco sobre la 7a. calle Oriente; ahí ya cupieron 12 camas; pero vino el invierno y el techo no estaba bien, así que tuvimos que buscar una nueva casa. Entonces, nos trasladamos a la 3a. calle Poniente, a la casa de la señora Regina Pellecer.
Decidimos solicitarle el edificio del Hospital General que había sido destruido por el terremoto de 1976, al entonces alcalde señor Armando Coloma. Fuimos con Fray Guillermo la señora Natalia Cuevas y yo. Luego de un tiempo accedió autorizar la re construcción y darnos el edificio por 20 años.
Cabe mencionar la valiosa colaboración del entonces director del Colegio La Salle, Hermano Carlos Lainez, quien llevó a todos los alumnos a sacar los escombros del edificio. Se empezaron a tocar puertas de familias con más recursos y empresas, gracias a Dios fueron brindando su ayuda.
Hoy, 40 años después, me siento muy feliz de saber hasta donde ha llegado esta obra que inició con tanto amor, esfuerzo y sacrificio.
Por: Ilse Irungaray de Vielman
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